Portada » Blog » La aventura de llevar el Dharma a la empresa – Por Elena Pita

La aventura de llevar el Dharma a la empresa – Por Elena Pita

La aventura de llevar el Dharma a la empresa o cómo transformar la avaricia en plenitud, a fuerza de conciencia.

Tal vez sea la aplicación más ardua del budismo, o tal vez sea sólo lo que parece. Del budismo como forma de entender la vida y como filosofía comprometida con su entorno humano, social, ambiental y, también, económico y empresarial. “El budismo siempre ha sido reivindicativo de lo que la sociedad necesita y exige, y cierto es que aquí toma otro cariz, más activo y en coherencia absoluta con el entorno”. Habla Jordi Gómez fundador junto a Lama Dondrub y Pilar López de Equipos Conscientes o cómo aplicar el budismo a la empresa.

Todo comienza a principios de este siglo XXI. Un grupo de directivos asociados en torno a EO Network (red de organizaciones empresariales en sus siglas en inglés), organización que les sirve para vencer la soledad del líder ante los retos y decisiones, y compartir sus búsquedas y hallazgos, visitan a Lama Dondrub, entonces residente y maestro en el monasterio Sakya del Garraf. Querían proponerle que acogiera al grupo en una de sus actividades o retiros en los que habitualmente compartían su tiempo: una forma de vencer los pesados muros de su responsabilidad. “La conexión fue inmediata”, relata Juan Carlos Ángeles, pionero, fundador y hoy formador de Equipos Conscientes. De ahí surge la voluntad de dar continuidad a la iniciativa como forma de aplicar la filosofía budista al mundo empresarial. “Nosotros vimos en ello una oportunidad estupenda de transmitir nuestro valores de forma práctica”, añade Jordi Gómez.

“El budismo siempre ha sido reivindicativo de lo que la sociedad necesita y exige, y cierto es que aquí toma otro cariz, más activo y en coherencia absoluta con el entorno”

Jordi Gómez – Cofundador de Equipos Conscientes

Nace Comité Ético, un grupo experimental que se reunía de forma periódica y al que pronto empezaron a unirse gente muy diferente del ámbito empresarial con un mismo propósito: mejorar la organización y funcionamiento de las empresas orientándolas en el camino de la consciencia plena y poniendo siempre a la persona como centro: líderes, trabajadores, proveedores, entorno. “Descubrimos que eran por lo general gente entrenada a (y necesitada de) abrirse al grupo –rememora Jordi. No solamente abordábamos los sufrimientos colaterales a la empresa, especialmente sus vacíos y vértigos ante la responsabilidad, sino cuestiones como la educación de los hijos o incluso la conciliación doméstica”. El siguiente paso fue dotar al Comité Ético de un programa de enseñanza que iba a ser una adaptación condensada de los contenidos de GIM (Grupos de Investigación en la Meditación), haciendo especial hincapié en la calma mental y la indagación Vipassana. Sabido es que una de las constantes de Sangha Activa es no detenerse, de modo que, una vez afianzado el programa, lo siguiente fue salir fuera del ámbito de confort, que por entonces se ubicaba en el Centro Budista de Vallvidrera, para hacer formación en las empresas sin apartarse un ápice del camino trazado: que el capitalismo se abra a la aplicación de la consciencia en sus empresas. No, no se trataba de organizar recreos o salitas chill-out para el relax puntual de la mente agotada, sino crear espacios donde las personas pudieran encontrarse a sí mismas dentro del ámbito del trabajo.

El siguiente hallazgo lleva por nombre Capitalismo Consciente. ¿Un oxímoron? A primera vista, sí. Se trata de una fundación originaria de Estados Unidos cuyo objetivo es cambiar la forma de entender los negocios y cuyo leitmotiv sería: el dinero no es el propósito sino el medio para alcanzarlo. La fundación era aún incipiente en España y su claridad de miras supuso que el mismo Lama Dondrub se convirtiera en uno de sus patronos. “El capitalismo es progreso, pero está demostrado que puede y tiene que tener cuidado con lo que maneja y enriquecer su entorno no sólo en términos económicos sino principalmente vitales”. A estas alturas del recorrido, Jordi es capaz de explicar lo que diferencia el capitalismo consciente de ese otro de la avaricia, los excesos y la falta de conciencia. “Lama los escuchaba y les decía: ¡Es que os movéis por amor! No sólo estaban arriesgando todos sus valores y patrimonio por algo en lo que creían, sino que daban sentido a lo que hacían en sus negocios generando felicidad y bienestar. No todo el capitalismo tiene porque ser negativo; la ciencia, el progreso, las condiciones de vida de las personas se benefician de este sistema de trabajo, el menos malo de los que hasta ahora conocemos, pero que tiene que mejorar”.

Podríamos poner en contrapartida el Mindfulness o simplificación de la práctica de la meditación oriental que los dirigentes del tecnopoder han impulsado desde Silicon Valley para reducir el absentismo laboral y logar una mayor producción en sus empresas. “No, aquí hay reglas éticas: se trata de una cultura, no de una herramienta para aumentar los réditos financieros. El Mindfulness, meditación y atención plena, sería una de las patas, pero el corpus se apoya además en la transformación y desarrollo personal y en la autogestión que conduce a la libertad; el budismo se fundamenta en otros dos pilares básicos: sabiduría y ética. No sólo se ocupa de la organización y el engranaje de la empresa, sino del crecimiento del individuo, desde la perspectiva del beneficio colectivo: no es correcto que el beneficiado sea yo mismo, porque nadie existe aisladamente”.

Es así como llegan a Equipos Conscientes. Son una decena de formadores, todos ellos previamente maestros de GIM, cuyo perfil se enmarca en el contexto empresarial. Todos ellos comprometidos con su proceso de crecimiento personal. La premisa primera para llevar la labor de estos formadores a una empresa es que el ceo de ésta se implique y que previamente haya trabajado en el camino de la consciencia plena. Los trabajadores o personal implicado, participarán del programa de forma siempre voluntaria. “La economía es el eje sobre el que rota el mundo, y una de sus más primarias consecuencias es que despierta la avaricia –habla Jordi Gómez. Lo que nosotros intentamos por encima de todo es generar entre todos una conciencia para un cambio posible de la forma de producir, porque es lo que realmente puede transformar nuestra forma de vivir aquí y ahora. Buda prestaba especial atención a los reyes, intentando convencerles de que había otra manera de hacer las cosas, y lo logró en muchos casos. Pues esto sería algo paralelo pero en el mundo de hoy: si conseguimos que haya líderes conscientes, tendremos más posibilidades de que el mundo cambie para bien”.

“Para Lama Dondrub, para Sangha Activa, es un reto llevar el Dharma a cualquier ámbito de la sociedad: nos arriesgamos para tener un impacto positivo; lo hemos puesto en práctica en el medio sanitario, en la educación, en la empresa, y ahora estamos empezando a aproximarnos a la política (empezando por corporaciones locales). Tenemos el compromiso de compartir nuestra experiencia y hacer llegar sus beneficios a los demás, pero sin caer en el proselitismo, para lo que se necesita cierta habilidad. Lo primero que hacemos es explicar que esto es una forma de vida, porque si se interpreta como religión, de manera estanca, nuestro imaginario común va a situarnos en la dimensión del dogma, y no es así. No ocultamos que somos budistas confesionales, pero tampoco hacemos alarde de ello. Promovemos una filosofía humanista que es una forma de sanación comprobada científicamente: nuestras prácticas meditativas y contemplativas están ya en los protocolos de la neurología, psiquiatría, etcétera, por su comprobada eficacia”.

“Si conseguimos que haya líderes conscientes, tendremos más posibilidades de que el mundo cambie para bien”.

Jordi Gómez – Cofundador de Equipos Conscientes

Sirvámonos de un ejemplo práctico pero complejo: ¿es posible despedir a alguien “con conciencia” o éticamente? Sucedió no hace mucho en uno de los grupos que forma Juan Carlos Ángeles, una empresa química, para mayor inri. El ceo, en formación, tuvo que despedir a una trabajadora que también seguía los cursos. Sucedió un día y, al siguiente, la empleada volvió a la formación “agradecida por la forma de su despido” –cuenta. Y no, no fue cuestión de indemnizaciones suculentas, sino de un trato efectivamente ético: se les concede tres meses al menos para encontrar un nuevo puesto de trabajo, y, más importante, se les explica, según la ley universal de causa/efecto, por qué no es la persona idónea para desempeñar ese cargo u oficio, lo que impide que tanto el cesado como el entorno puedan logar la plenitud. “Cuando uno ha de liderar –Jordi toma la palabra–, a veces ha de alejarse de apegos y tomar decisiones. Son cosas que ocurren hasta en el seno de la familia”, y lo dice mirando con gravedad, después de haber acompañado a decenas de personas en procesos de ruptura de sus vínculos sanguíneos y/o afectivos, especialmente tras los enconos y tensiones que generó la pandemia.

-Jordi y demás formadores, ¿podríamos hacer una última síntesis de qué es lo que ofrecen los Equipos Conscientes a la sociedad?

-Sí (por consenso): ponemos al servicio de la sociedad una cura que no requiere pastillas, un camino para salir del círculo del consumismo y los estímulos artificiales que nos engañan en el logro de la plenitud.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

es_ES
Scroll al inicio